“Velad,
vigilad”, nos ha dicho Jesús. Él sabe que tendemos a dormirnos en nuestros
esfuerzos. Él sabe que nos cansamos de luchar contra lo que nos ata y no nos
deja ser más personas. Del mismo modo que el portero tiene como tarea principal
la de velar, la de estar atento para descubrir a tiempo la llegada del
visitante o del dueño de la casa,... del mismo modo que el portero, el de
fútbol, ha de estar atentísimo para intuir casi por dónde le llega el balón,...
así nosotros tenemos una tarea: tener los ojos bien abiertos porque el Señor
llega. Ya sabemos que Navidad puede ser cada día que nos encontramos con Él. Ya
sabemos que Él puede llegar en cualquier momento, en cualquier persona, en
cualquier acontecimiento,... y nuestra misión consiste en descubrirlo.
¿Qué
haces tú? ¿A qué te dedicas? ¿Estás atento para descubrirlo cada vez que se
acerca a ti? ¿O andas dormido o entretenido en otras cosas?
Querido hombre y mujer:
He escuchado tu grito de Adviento.
Está delante de mí.
Tu grito, golpea continuamente a mi puerta.
Hoy quisiera hablar contigo para que repienses tu
llamada.
Hoy te quiero decir: ¿Por qué Dios preguntas? ¿A qué Dios esperas?
Qué has salido a buscar y a ver en el desierto?
Escucha a tu Dios, mujer y hombre de Adviento:
"No llames a la puerta de un dios que no existe, de
un dios que tú te imaginas...
Si esperas... ábrete a la sorpresa del Dios que viene
y no del dios que tú te haces...
Tú, hombre y mujer,
Dios está en lo sencillo.
Os parece que lo sencillo es demasiado poco para que allí esté Dios.
Sabedlo: Yo, el Señor Dios, estoy en lo sencillo y
pequeño...
Hombre y mujer
de hoy y de siempre: deja espacio a tu Dios dentro de tu corazón.
Sólo puedo nacer y crecer donde mi palabra es acogida.
No te defiendas como haces siempre.
No te escondas bajo ritos vacíos.
Hombre y mujer, si me esperas, deja de hacerme tú el
camino
y ponte en el camino que yo te señalo.
Abre el corazón a mi Palabra.
Yo, tu Dios, te hablo...
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