domingo, 8 de marzo de 2015

EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO



Nos pasamos el día oyendo mensajes. Al levantarte pones la radio, música o la televisión y comienzan a llegarte mensajes. Sales de casa y durante un montón de horas, en clase o en el trabajo, a tu cabeza llegan palabras incontables que te transmiten un contenido que debes aprender o una orden que debes ejecutar. Ruidos, sonidos, palabras y hasta voces que son como una música a la que el oído se acostumbra y que te mantiene en algo semejante a un letargo y que te hace inmune a lo que ocurre a tu alrededor. Oyes continuamente, pero, de repente, un mensaje es distinto. Pueden ser las palabras de un amigo o un montón de signos, para mucha gente ininteligibles, que llegan a tu móvil y sales del sueño. Has comenzado a escuchar. Estas palabras tienen importancia para ti. Tu vida y tus sentimientos se mueven al escucharlas.
No creas que sólo te mueven los mensajes de quienes te importan. No es así. Tu vida se está moviendo por una fuerza que supera y que está por encima de tu libertad.
“El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una joven que se llamaba María”. Dios envió un mensajero y un mensaje. Era una palabra dirigida a María y María escuchó. “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Era la palabra de Alguien que se sabía a su lado, que la llenaba de bendiciones y que la invitaba a la alegría. María escuchó un mensaje que la hacía entrar en la plenitud de sus posibilidades.
¿Conoces a gente que viva desde estos mensajes? ¿Vives tú desde ellos? ¿Pueden dar la felicidad?
 Oramos junto a María

En mi vida María,  sabe estar presente, en silencio,
y su mirada tierna acaricia mis momentos de soledad y tristeza.
Hoy me quiero acercar a ella con los brazos abiertos
Y sentir que también a mí me acompaña en cada paso del camino
y en cada recodo de la vida.
¡A veces se habla de ella de una manera tan elevada!
Y yo no puedo evitar pensar
que fue la mujer que tuvo en sus brazos al Hijo de Dios,
pero también a un niño pequeño, indefenso,
que necesitaba protección, educación y ternura.
Tu madre, Jesús, como tú lo quisiste,
también es mi madre. Así lo siento.
Y hoy quiero celebrar la alegría de sentir que María me ama,
me acompaña, me cuida y derrama sobre mí toda su ternura.
Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario