
Esperamos Su venida con
alegría, porque sabemos que entonces gozaremos verdaderamente de la vida y la
libertad. Jesús nos enseña que debemos estar preparados para su venida: eso
quiere decir vivir con responsabilidad, ocupados en trabajar por la paz y la
reconciliación. Eso mismo nos dice San Pablo
“nuestra salvación está ya cerca”, hay que dejar las actividades de las
tinieblas. El profeta Isaías, nos
anuncia que la paz que viene de Dios es posible.
En
medio de todo esto, tú puedes ir teniendo claro qué puedes hacer para percibir
la llegada del Señor; puedes haber descubierto que necesitas escuchar más su
voz; puedes haber llegado a ser consciente de quién eres y de dónde estás en
relación con Dios;... pero, ¿qué quiere Él de ti? ¿Qué proyecto tiene Él
sobre ti? ¿Qué espera Él de ti?
Oramos
Señor, Yo sé que tú eres bueno
y me
perdonas.
Sé que eres misericordioso
con quien abre su
corazón a tu
amor y tu lealtad.
Aquí estoy, Señor,
con mi
corazón como
es:
que no oculte nada
a tus ojos abiertos.
Aquí estoy como
arcilla fresca,
esperando ser modelada
por
tus manos misericordiosas.
Tú eres grande. Tú
haces maravillas.
Tú, el único Dios.
Enséñame, Señor, tu camino
y que mis pasos sigan tus huellas con fidelidad.
Tú, Señor, siempre estás pronto a ayudarme
y a animar mi
corazón
cuando decae.
Tú, Señor, toma mi corazón
de barro
y moldéalo
según
la grandeza de tu amor.
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