Muchas
veces, lo más difícil no es querer, sino dejarse querer de verdad... dejarse
querer supone dejar bajar las defensas, muros... dejar entrar al otro en mi
mundo, en mi vida. Dejarse querer no es fácil, pero es camino hacia la
felicidad, pues la única ocasión de salir a un verdadero encuentro.
Cuando
nos dejamos querer los otros nos quieren y podemos sentir también más de cerca el amor del otro,
y de Dios, de la vida que nos cuida.
En cuaresma es positivo descubrir con gozo que Dios
te acepta, Dios te valora, Dios espera mucho de ti, Dios te espera a ti, Dios
te ama. Te ama más que nadie. Por eso te mira siempre afirmativamente, como la
madre a su hijo, orgullosa de él, con la mayor comprensión y compasión. Por eso
está siempre dispuesto a perdonarte, a ayudarte, a volver a empezar. Vayas
donde vayas y hagas lo que hagas, te acompaña siempre una mirada afirmativa.
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