martes, 12 de mayo de 2015

Su vida sigue engendrando vidas



A madre Pilar, desde los primeros años, se la vio una inclinación muy marcada a las cosas de Dios y a la caridad. Dios da a cada persona una misión en la vida y la felicidad se consigue siendo fiel a esa misión y haciéndola realidad. A la Madre Pilar la había escogido, para una misión extraordinaria, fundadora de una congregación que potenciase la educación y la dignidad de la juventud.

 La llamada siempre consiste en salir de uno mismo. Dios nos invita a ponernos en camino, a responder. La llamada puede ser descubierta de muchas maneras, cada uno tiene su edad, sus momentos, sus etapas... Puede ser que una persona la descubra de golpe o que vaya surgiendo poco a poco. Toda llamada exige una respuesta. No vale mirar para otro lado. Ni tampoco uno  debe tener miedo a arriesgarse, a disipar las nieblas y olvidar temores.

 Escuchar y seguir la llamada de Dios supone libertad. Libertad para decidirme por una opción determinada. Renuncio así a otras opciones, pero aumento mi libertad de decisión y termino con la indecisión y la parálisis que a veces no me deja actuar.

Descubrir lo que Dios quiere de mí es importante para mi vida. Dios siempre quiere lo mejor para la persona, pero es cada uno quien tiene que descubrirlo y aceptarlo. Vivir a espaldas de Dios toda la vida sería una dura pesadilla.

 ¿Me he planteado mi opción de vida?
¿Te has preguntado qué proyecto tiene Dios para ti?     
  


Una cosa te pido, Señor, y es lo que busco

vivir unido a ti, tenerte como amigo


y alegrarme de tu amistad sincera para conmigo.
Señor Jesús, escúchame, que te llamo.
Ten piedad. Respóndeme, que busco tu rostro.
Mi corazón me dice que tú me quieres,
y que estás presente en mí,
que te preocupas de mis problemas
como un amigo verdadero.
Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana.
Espero gozar siempre de tu compañía.
Quiero gozar siempre de tu vida en mi vida.

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