En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se
parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a
esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el
campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en
perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo
que tiene y la compra. El reino de los cielos se parece también a la
red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena,
la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y
los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los
ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno
encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien
todo esto?»
Ellos le contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
Ellos le contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
Palabra del Señor
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