En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Un discípulo no es más que
su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con
ser como su maestro, y al esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo
han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados! No les tengáis miedo,
porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido
que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y
lo que escuchéis al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a
los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que
puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de
gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin
que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la
cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación
entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los
hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si
uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del
cielo.»
Palabra del Señor
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