En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les
dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y
a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a
sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de
mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere
construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver
si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede
acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este
hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar." ¿O que rey, si
va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con
diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y
si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir
condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus
bienes no puede ser discípulo mío.»
Palabra del Señor
Palabra del Señor
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