En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde
la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los
roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los
coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí
está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu
cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a
oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!»
Palabra del Señor
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