En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que os dé a beber un
vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin
recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más
le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo
echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar
manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no
se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo
en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te
hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que
ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el
fuego no se apaga. Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si
la sal se vuelve sosa, ¿con qué la sazonaréis? Que no falte entre
vosotros la sal, y vivid en paz unos con otros.»
Palabra del Señor
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