En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las
conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán
para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha
dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre.
Yo y el Padre somos uno.»
Palabra del Señor
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