Ser como
un grano de trigo, pequeña semilla, que guarda en su interior la posibilidad de ser pan, para ofrecerse, sencillo, cotidiano, a todo el que lo necesite. Tu nos llamas a ser semilla, Señor. Y la semilla, que está llena de vitalidad y potencial, debe morir a ser semilla para convertirse en planta y crecer. Tu vida nos muestra que es posible morir para vivir. Entregar todo para ser para los demás... Pura ofrenda y donación. Enséñanos, Señor, a entregar nuestra vida al servicio del Evangelio y de la vida de los otros. Enséñanos a ser semilla para dar frutos en abundancia. Para crecer, una semilla necesita tierra buena y agua generosa. Señor, tu vida nos muestra que la mejor tierra es la realidad de todos los días y las necesidades de los otros, nos llamas a plantar nuestra semilla en las situaciones que vivimos, en la vida que compartimos, en la tierra de hoy, aquí y ahora. |
Queremos
ser semilla de cambio y Reino en el mundo que vivimos, ¡ayúdanos Señor! Tu ejemplo nos enseña que el agua verdadera es la que nace de la Palabra, pozo de agua viva ofrecida para todos. Enséñanos, Señor, a regar nuestras semillas con tu Palabra. Ayúdanos a conocerla, muéstranos cómo saborear su mensaje, para que impregne nuestra existencia y que empape nuestro caminar. Queremos ser semillas de cambio y Reino; y necesitamos ser fecundados por tu Palabra. ¡Ayúdanos Señor! |
lunes, 7 de marzo de 2016
Vivir como semilla
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